lunes, 27 de mayo de 2013

10 pensamientos 100% españoles que han terminado por arruinar el país ( Parte II )

Segunda y última parte de nuestra épica saga. Podría escribir toda una heptalogia nórdica sobre las imbecilidades propias de nosotros los españoles, pero habrá que conformarse con esta segunda parte del artículo, así que allá vamos!

De los creadores de "ponerse a correr delante de toros" y "el estado de las autonomías", llega...




Pensamiento Nº 6: "Todo es relativo, la verdad es un dogma"

Qué ha terminado por joder: Las promesas y programas electorales

O las consecuencias del relativismo llevado al extremo. O que alguien me diga por qué para una gran parte de la población española la verdad es un concepto cuasi totalitario, facha y digno de desprecio, pero luego se llevan las manos a la cabeza cuando nuestros líderes faltan a su palabra y nos mienten deliberadamente. ¿No habíamos quedado en que la verdad es flexible como el chicle, creada por consenso y algo molesto que sólo lleva la rigidez mental, dogmatismos y fanatismos y peor aún, lleva a que nos quiten o nos den la razón en vez de proclamar el buenrrollista (y mongólico) "todos tenemos razón, ergo nadie se equivoca"? Pues no señores, la verdad y el honrar la palabra dada (ese concepto tan denostado y pasado de moda como es el HONOR con mayúsculas) no son caprichos de gente que quiere imponer sus ideas ni antiguallas pasadas de moda. Son virtudes necesarias para poder pedir rendir cuentas a nuestros gobernantes, es decir, para que funcione una democracia. Saber que existe una realidad objetiva e incontestable ("nuestro gobernante dijo SÍ o NO tal medida, pero no ambas cosas), y hacer que nuestros gobernantes se ajusten a ella es vital. Rectificar ante el error (es decir, cuando vemos que "nuestra" verdad no se corresponde con "LA" verdad con mayúsculas) es de sabios, pero desdecirse es de cobardes.


Pensamiento Nº 7: "lo importante en esta vida es ser auténtico"
Qué ha terminado por joder: A nuestra identidad nacional

Otra de esas nauseas patrias, el culto a la "autenticidad". Que me aspen si existe un símbolo de mediocridad mayor que estar orgulloso de, simplemente, ser como eres. Porque como todo el mundo sabe, la resistencia al cambio, enorgullecerse de los propios defectos y el estancamiento personal son signos de madurez y sabiduría, claro que sí. Miren, toda persona y país se cree único y especial. Y normalmente, esas cosas que la gente considera superespeciales de sí mismas suelen ser (sorpresa, sorpresa) sus propios defectos. Los argumentos y políticas mongólicas basados en la identidad son propias del ser humano y abundan de manera desproporcionada en España. Y fíjate tú por donde, dichas pajas identitarias son las que han llevado a la catástrofe a diversas civilizaciones al sacrificar su propio bienestar material en aras de una identidad entendida como ejercicio de narcisismo. Mueren niños en tiroteos pero lo que hace que América siga siendo América es el derecho a la posesión de armas, vamos a mandar nuestra agricultura a la mierda pero necesitamos seguir construyendo Moais para seguir siendo nosotros mismos, matamos toros por el lulz pero es que eso es una profunda tradición, y bueno, qué decir de las cienmil subvenciones para el mantenimiento de televisiones regionales, que puede faltar el dinero para los hospitales, pero Dios nos libre de que cierre una televisión que emita en bable. Al final eso tiene por resultado una identidad nacional (o falta de ella) construida entorno a los propios defectos, tabúes, debilidades y complejos de inferioridad diversos, y mantenida a golpe de talonario, que es lo que tienen los vicios, que como buen agujero entrópico necesita alimentarse de dinero, tiempo y esfuerzo para mantenerse. ¿Las virtudes de cada país? Bueno, esas no nos molan a los españoles, siempre mucho más cómodos con el papel de víctimas que el de triunfadores. Además, que las virtudes no necesitan del sagrado apoyo del estado ¿O acaso Cervantes, Picasso, Adriá o recibieron el más mínimo apoyo del estado? Pues eso. Así construimos nuestra identidad nacional, del mismo modo que los españoles de manera individual construimos nuestra identidad personal: entorno a lo auténtico y débil en vez de lo bueno y fuerte. Y así nos va.

Pensamiento Nº 8: "¡Tengo derecho!"
Qué ha terminado por joder: El mercado laboral público y privado, el sistema territorial

El señor Pérez - Reverte lo reflejó de manera perfecta en este artículo, pero así en resumidas cuentas, España es el país de los derechos adquiridos sin ningún tipo de obligación detrás de ellos. Porque una cosa son "los derechos", esa cosa de chichinabo que tiene todo el mundo (en teoría), y otra muy distinta MIS derechos que me ponen por encima del resto de los mortales. Los primeros nos los pasamos por el culo sistemáticamente (que se lo pregunten a los pensionistas si no me creen), pero los segundos, los que tiene tan sólo un colectivo concreto y reducido, bueno, esos ni tocarlos o se arma gorda. Una vez se adquiere un derecho "adicional" o prebenda, su modificación o eliminación es impensable porque pasa a ser poco menos que una ofensa personal. Eso nos hace que seamos uno de los pueblos jodidamente menos capaces de adaptarse a los cambios que hayan existido, y ha terminado por cristalizar en un sistema laboral brutalmente gremial y antimeritocrático tanto en su vertiente pública como en la privada, en el que al parecer, tu trabajo en concreto es tu derecho inalienable, incapaces de distinguir entre "derecho al trabajo" y "derecho a tener el trabajo que tienes", creando un sistema laboral de castas, entre los que tienen "derechos" en genérico, y los que tienen "sus" derechos propios: funcionarios, incapaces de perder su trabajo independientemente de cómo lo hagan, contratos fijos (cada vez más escasos) con contratos e indemnizaciones a prueba de incompetentes y en el escalón más bajo, los contratos temporales (cada vez más abundantes y desprotegidos), amén de el maravilloso mundo de los CEOs y directivos, donde la empresa puede quebrar pero Dios les libre a sus jefes de reducirse su propio sueldo o plantilla directiva. Huelga decir que esa misma actitud cala también nuestro sistema territorial, donde todos los españoles supuestamente somos iguales ante la ley salvo los de tal o cual región que resulta que posee, hum, "derechos históricos", lo que les arroga lo que son, en esencia, ventajas fiscales que soportan (y pagan) aquellos que tan sólo tenemos "derechos". Porque, bueno, algunos "tienen derecho", más que otros, al parecer. Ay de quien ose discutirlo.

Pensamiento Nº 9: "No pasa nada porque no se apliquen leyes que son injustas"
Qué ha terminado por joder: La justicia y el estado de derecho

Una cosa curiosa de los españoles es que a pesar de que somos muy conscientes de nuestra ignorancia en según que temas (a veces llegando incluso a exagerarla en ejercicios de autofustigación que ríase usted de la semana santa), hay un campo que no sólo ignoramos, si no que nos sentimos orgullosos de ignorar: el del derecho. Tal y como se puede averiguar por el anterior punto, eso de las leyes y el cómo funciona el estado de derecho es algo que nos la pela soberanamente, porque como todo el mundo sabe, una cosa es la ley, otra la justicia y una tercera lo que me salga de los huevos en cada momento en función de nuestros sentimientos y vísceras. En España, país del "pobresito" profesional y el victimismo rampante, no hay nada que nos de más pena que una ley injusta aplicándose. ¿La solución a eso? ¿Modificar las leyes, rollo lo que pide la PAH? No, no, no, que para eso hay que saber de derecho y ufff, aprender algo para hacer de este un mundo más justo, quita, quita. Basta con no aplicar la ley, claro, y además nos sentimos como la reencarnación de Robin Hood en el proceso. A un sistema legal lleno de leyes injustas le añadimos una capa de injusticia adicional: la arbitrariedad. La ley se aplica sólo a quien tiene contactos en algún grupo de presión, o directamente, suerte de que caiga bien en el ojo de la opinión pública, es decir, de los medios, como si estos no fueran otro poder fáctico más. Que por mucha rabia que nos de que gente que nos cae mal se salga con la suya (pongamos, políticos y banqueros eludiendo la prisión) muchas veces el pueblo llano español aplaude con las orejas que la justicia no se aplique a alguien que nos caiga bien o sea "de los nuestros" o sencillamente, nos de mucha penita. Véase: los casos de corrupción de "mi" partido, caso farruquito, asaltos a Mercadona y demases. ¿Tienes fans, contactos o simplemente, eres popular? Bienvenido a la casta de los Brahamanes. Porque como todo el mundo sabe, caer bien a la gente es algo que debe ser recompensado como si fuera un servicio a la comunidad ¿Justicia, dice? ¿Quién quiere justicia "normal" teniendo la posibilidad de obtener justicia "popular", eh? Idiotas. Todos y cada uno de ellos.

Pensamiento Nº 10: "¿Qué van a pensar los vecinos?"
Qué ha terminado por joder: Nuestras libertades civiles

España, país de marujas eternamente preocupadas con una cuestión de vivo interés: ¿quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¡No! La pregunta es: ¿Qué van a pensar de ti los vecinos, eh? Siempre me ha hecho un tanto de gracia la visión que tenemos aquí de cómo un mayor "sentimiento de comunidad" es algo aparentemente bondadoso sin importar de hasta que extremos se lleve, cuando España es un ejemplo claro de un país que ha llevado dicho sentimiento demasiado lejos. Aquí eso del "vive y deja vivir" nunca se ha estilado, porque estamos absolutamente convencidos de que lo que haga el vecino del lado es algo que nos incumbe personalmente: aunque no te afecte, te interesa. Porque obviamente, si tanto te importa lo que haga tu vecino de al lado ¿cómo no le va a importar a este lo que hagas tú, eh?. De ahí nos viene el considerar que eso de que la gente se acueste con quien le de la gana, hable el idioma que le de la gana o viva como le de la gana sea algo pernicioso: adelante con la mogigatería institucionalizada que puede ser perfectamente tanto de derechas como de izquierdas: lo importante es decir al vecino como debe vivir de manera que sea "beneficiosa para la sociedad", y que acaba por cristalizar en ministerios de igualdad. un sistema educativo que da nula libertad a los centros para administrarse como les de la gana, y demás mecanismos orwellianos diseñados para controlar cómo debe vivir nuestro vecino, porque Dios nos libre de que cada cual haga en su intimidad lo que le salga de las pelotas, dónde vamos a parar.

BONUS TRACK:

Pensamiento Nº 0: "Es que somos así"
Qué ha terminado por joder: Nuestra esperanza

Lo más lamentable de todo esto no es únicamente el cómo seamos, si no la creencia arraigada y profunda de que no nos queda otro remedio. Frente a una gran parte de la población, infantilizada e incapaz de responsabilizarse de nuestra actual situación, tenemos a otra mitad sumida en una depresión eterna porque está absolutamente convencida de que "semos asín", como una especie de maldición bíblica. Porque sí, en efecto, los españoles tenemos una manera de ser que nos ha hundido en la mierda. Pero no tenemos por qué ser así. Tenemos cualidades y virtudes (y muchas, además) que nos pueden sacar de este embrollo. Podemos depurar nuestros defectos y trabajar nuestras virtudes, y no por ello perderemos un ápice de nuestra identidad, porque podemos (no, DEBEMOS) construir una nueva. Los españoles carecemos de perspectiva histórica, y tendemos a caer en la falacia del WYSIATI (lo que ves en este momento es lo único que existe o ha existido), cuando no es así. Los ahora modernos y cultos pueblos escandinavos antaño eran considerados un pueblo mísero, paleto y borrachín hace poco menos de 100 años, con tasas de alcoholismo y malnutrición infantil brutales. Los ingleses escribieron en el siglo XIX que los chinos "no entendían el capitalismo ni los negocios" porque eran "uno de los pueblos menos materialistas que hayan existido". Los alemanes durante el siglo XVI eran considerados un hatajo de vagos en el trabajo e indisciplinados en la guerra. Pero eso no les hundió en la miseria. Identificaron sus propios defectos, y sus gobiernos trabajaron no sólo para acabar con ellos, si no para cambiar su país y a su gente siguiendo un ideal propio y único. En la pobreza, en la guerra, en los tiempos duros como los que estamos atravesando, tuvieron algo fundamental: la esperanza del cambio. De que, conociendo sus defectos, podían aspirar a ser unos mejores alemanes, chinos, suecos o noruegos. Precisamente porque entendieron que "eran así". Pero se negaron a resignarse a ello.

Próximo artículo: Construyendo una nueva identidad para España ¿Qué merece la pena salvar de todo esto?

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