martes, 17 de septiembre de 2013

Madrid 2020: lo primero para vender un sueño, es tenerlo

Para el despistadillo que no se haya enterado, hace un par de días Madrid volvió a perder su tercera (¡TERCERA!) puja olímpica para el 2020. Como madrileño que soy, no me puedo resistir a comentar esta situación, pero vaya por delante una cosa: no me voy a regodear en las variadas y conocidas causas que nos han llevado a la derrota. Muchas de ellas fueron silenciadas por nuestros medios, como la vergonzosa actuación de nuestras autoridades con el caso Contador (no creo que la destrucción de pruebas de dopaje sea una buena manera de congraciarse con el comité olímpico), y otras de ellas vox populi como lo precario de nuestra economía o la falta de prestigio de España en estos momentos. Ni si quiera voy a centrarme en si debemos presentar una candidatura, ya que desde un punto de vista estrictamente económico, organizar unos juegos olímpicos implica perder pasta sí o sí, y no estamos precisamente para gastar más dinero en gilipolleces, oh, keynesianos de de baratillo. Pretendo simplemente responder a la pregunta que un desolado amigo mío me hizo al ver cómo eliminaban a nuestra querida ciudad a la primera y que a mí, madrileño de pro, me importaba tres mierdas.

"Necesitamos ilusionarnos con algo, Ikael."

Bien. Voy a formular un proyecto que ilusione de verdad. No voy a centrarme tanto en qué hemos fallado, si no cómo podemos llegar a acertar. ¿Queréis un proyecto que ilusione, para Madrid, para España, y que tenga un mínimo de sentido? Muy bien, os lo daré, junto con una buena dosis de autocrítica. Aquí vamos.




Lo primero, recapacitemos: ¿Qué tuvo Barcelona 92 que no tiene Madrid 2020?

No era cuestión de que los catalanes mearan colonia, o de que Felipe González fuera un genio.

España necesitaba por aquel entonces quitarse de encima como fuera la imagen de país franquista, atrasado y opresivo. Acabábamos de superar la transición, habíamos cambiado a mejor en muchos aspectos, y no contentos con ello, queríamos que nos luciese. Había un proyecto político claro detrás. La idea era, por otra parte, renovar nuestra industria turística: ofrecer algo más que paella y toros. Dar una imagen de país moderno con diversas culturas por descubir. Había una estrategia de país detrás de ese objetivo político. La ciudad elegida fue una Barcelona a punto de caramelo para renovarse y adecentarse, y nos venía de muerte ya que esta siempre había tenido un espíritu moderno (o modernete, según a quien preguntes) y emprendedor. Había una ciudad ideal para ejecutar dicha estrategia. Nos salió genial, claro.

Visto así, el descalabro de Madrid 2020 era algo más que predecible. España está peor que antes ¿Queríamos mostrarnos al mundo de esta guisa? No tenemos un proyecto político ni para salir de la crisis, ni que mostrar al mundo. No contentos con eso, estamos gobernados por el anti-líder por excelencia, Mariano Rajoy, cuyo proyecto para España ni existe ni se le espera: visite España porque, ehhhh, está ahí, debajo de Francia y... ehmmm... no tenemos estrategia de país: no sabemos quienes somos ni a dónde vamos ni qué queremos ser y por lo tanto, no podemos vendernos sin saber primero qué cojones estamos vendiendo. Nuestro estado se contenta con sobrevivir y España se contenta con que los nacionalistas no se meen en su cara muy a menudo y nos perdonden la vida. Pedazo de estrategia de país, sí. Y finalmente, la pieza clave de todo esto: Madrid. Una ciudad cuya realidad Ana Botella y nuestros gobernantes ignoran y por qué no decirlo, también ignora una gran parte de los propios españoles, a los que los madrileños resultamos bastante marcianos.Y además, por motivos que explicaré más adelante, no contento con ello Madrid es una ciudad extremadamente complicada de vender desde un punto de vista puramente marketiniano, por mucho que la adore. Tampoco contamos con una ciudad especialmente icónica o apta para ejecutar esta tarea.

No puedes hacer unos juegos olímpicos cuyo único objetivo sea organizar unos juegos olímpicos. O amortizar unas instalaciones que hemos pagado primero, y pensado después. La autorreferencia y el chuparse la propia polla puede que te sirva para organizar una catetada rollo la expo del agua de Zaragoza o el Fórum de las culturas de Barcelona para así convencer a tu electorado de que su pueblo, o ciudad o pueblo con ínfulas de ciudad es el más mejor y famoso del mundo entero, pero esa mierda sólo se la puedes hacer creer a un electorado tan pardillo, pánfilo y provinciano como el español, no a un comité internacional de expertos con los huevos negros de politiquear como es el COI.

Porque "relajante" es lo primero que se te viene a la cabeza cuando piensas en Madrid, sip

Ahora bien ¿Qué hacer? ¿Hay algo que hacer? ¿Estamos condenados a autofustigarnos por siempre jamás? Yo creo que no. España y Madrid tienen un potencial brutal, y que va mucho más allá de los juegos. Repasemos uno a uno los puntos que sostuvieron la candidatura de Barcelona 92, y veamos cómo podemos aplicarla a España.

Lo primero de todo: un proyecto político y económico. Esa es la parte más difícil de todas: antes que tener un ansia por mostrarnos al mundo, cerciorarnos de que estamos en condiciones para ello. No hace falta ni si quiera que hayamos salido de la crisis del todo. Fíjense en que basta con tener una estrategia para ello y aplicarla. Reformas, vaya, esas de las que Rajoy tanto presume pero que luego no tiene los bemoles a implementar. Mi visión a ese respecto está clara, y aunque este no es el artículo en el que me explayaré con ella (la reforma de España da para mucho) la puedo resumir en tres directivas: cambio de modelo de estado hacia un estado más liberal es decir, más reducido y de menores impuestos (fundamental para salir de nuestro agujero) y cambio de modelo industrial centrado en el fomento de PYMES exportadoras de transporte (aeroespacial y naval), copiando el juicioso modelo industrial vasco, renovando nuestro modelo turístico hacia el turismo de dinero de verdad (menos menospreciar a Marbella, señores), especializándonos a su vez en las secciones del sector servicios que más pueden generar más empleo; medicina y gestión de negocios (lo que viene siendo que las empresas coloquen aquí sus sedes, imitando a Irlanda, u ofreciendo servicios auxiliares como consultoría, mantenimiento web o demás). Repasemos: España, país de turismo, industria de transporte, avances médicos y gestión corporativa, pero ojo, todo ello volcado hacia la exportación, no el consumo interno. Bien. Seguid con eso en mente hasta el siguiente paso.

Siguiente paso: una estrategia de país que apoye el proyecto político y económico. ¿Qué modelo de sociedad sostiene todo lo que acabo de decir antes? Si queremos volcarnos hacia la exportación y consolidarnos como un hub de servicios para empresas (que al fin y al cabo, no deja de ser una llamada "exportación inversa"), debemos de dejar de ser un buen país para visitar, para pasar a ser un buen país donde quedarse a vivir y trabajar. Nótese como nuestras exportaciones más punteras giran entorno al concepto de calidad de vida (transportes, energías renovables y medicina), y que conseguir que las empresas coloquen aquí sus sedes implica mandar a una gran plantilla de sus empleados a vivir aquí. El cambio es sutil pero importante: España debe pasar de "caer bien" y "ser maja", para "ser buena". Debemos de dejar de ser el amigo simpático con el que salir de cañas a emborracharse para ser el perfecto compañero de piso del que nadie tiene nada malo que decir. Ahí también tiene mucho que decir el urbanismo y nuestros modelos de ciudad, pero sobre todo, una palabra clave: convivencia. Un nuevo modelo de país para un nuevo modelo convivencia. Yo personalmente lo tengo claro: esa España 2.0 preconizada por Pérez-Reverte nacida de casarnos, mezclarnos y salir con inmigrantes. Construír la identidad española como un país inherentemente mestizo (como si no lo fueramos ya entre romanos, celtas, moros visigodos y demás) para librarlo de las tensiones secesionistas e identitarias, superar nuestro pasado y como no, construir nuestra identidad por oposición a una Europa ensimismada consigo misma y frente a movimientos separatistas internos basados básicamente en el rechazo a la todo aquel que no sea de su pueblo o hable su lengua. Lejos del trato especial, paternalista y bobalicón que les dispensa la corrección política y lejos también del desprecio cerrado de una aldea global cada vez más "aldea" y menos "global", creemos un modelo de convivencia en el que nadie es especialito, si no, simplemente, un vecino o familiar más.

Y el último paso: la ciudad de Madrid como herramienta clave en la implantación de la estrategia




Llegamos al punto de la discordia. Madrid. Mi querida Madrid. Por increíble que le pueda resultar a nuestra alcaldesa no-electa, Madrid no son memeces folklóricas en forma de chulapos y fiestas de San Isidro. Madrid no es nuestra panda de inútiles aparcados en el Congreso. Madrid no es el plano de la Gran Vía que sale en todas las películas con el cartel de Swcheppes al fondo. Madrid no es, en absoluto, una taza de café "relajante" en la Plaza Mayor, aunque sitios relajantes, haberlos haylos. Y a pesar de ser nuestra alcaldesa, no la culpo del todo:  Madrid es jodida de vender porque sus mejores activos no son cosas tangibles con las que te puedas fotografiar y subirlas a Pinterest, si no prácticas de un pueblo que tan sólo se pueden experimentar en primera persona y que brilla precisamente por ser menos pueblo y más ciudadano; por mucho que nuestra mediocre casta política intente esterilizarlo con ahínco y reducirlo al vasallaje. Madrid no es una ciudad de postal, ni puede serlo, porque sus habitantes tampoco son gente de postal

Madrid es una ciudad hospitalaria de cojones para compensar su dureza de cojones. Madrid es salir a la calle un Martes a las 3 de la madrugada y encontrártela a reventar de gente saliendo. Es esa "movida" que han querido defenestrar. Madrid es entrar en un bar, no conocer a nadie, salir siendo amigo de todos los presentes. Madrid son ancianos paseando tan tranquilos a la una de la mañana saludando tan panchos a la sudafricano con el que se cruzan todos los días. Madrid es llevarte por La Latina a los cienmil andaluces, catalanes, vascos o extremeños que vienen a estudiar sus carreras aquí y que todavía no saben por dónde salir. Madris de es discutir acaloradamente con el chino de la tienda de abajo sobre los últimos fichajes del Atletic. Madrid es que te salga Plácido Domingo a cantar a los jardines del palacio real porque se le ha estropeado el sistema de pantallas que lo retransmitía a la gente de fuera que no había pagado entrada pero que amaba la música. Madrid es la pescadera octogenaria saludando a esa pareja de gays que vienen a comprar ahí todos los fines de semana sin que le importe una mierda que vayan de la mano. Madrid se resume en una sola frase: Si vienes a Madrid, eres de Madrid. Es la encarnación de esa cosa que nos cuesta  tanto a los españoles: convivir con el vecino y dejarle en paz con su vida. Aunque te caiga gordo. Es lo mejor que tiene esta ciudad: lo poquito que se parece en eso al resto de España, en tener la voluntad de superar nuestra tradicional pueblodependencia española y su castizo "tú no eres de aquí porque no llevas ni 3 generaciones viviendo con los nuestros".

 Pocos monumentos, pocas atracciones turísticas, y nada de costa: bienvenidos a Madrid.

 We're not gonna invite you to a relaxing cup of cafe con leche, but rather to work hard and party even harder with all of us until the Sun rises, just in case you're thinking about sleeping. Because by the mere fact of being right here, you have rightfully become one us, and that's motherfucking Madrid for you, son.

Ahí tienen mi Madrid 2024. Se lo regalo a cualquier político dispuesto a sacarse la cabeza del culo y sacarnos de este agujero de mierda en el que estamos sumidos ahora. Podemos salir de él. Tenemos mimbres para ellos. Tenemos un sueño posible. Ahora sí, toca venderlo.

2 comentarios:

Zylgrin dijo...

Si dices que Madrid no es ciudad de postal porque no conoces al fotógrafo adecuado.
Mi querido cuñado, costarricense, fue a Madrid y fue madrileño, como relatas. Se hizo amigo del dueño del bar de la esquina y pasó las Navidades con la familia de su casero, quien no quería que este chico extranjero pasase sólo la Nochebuena. Es fotógrafo, mi cuñado. De los buenos, de los que hacen fotos que parecen magia.
Tiene unas cuantas fotos estupendas del Madrid de verdad. Te recomiendo de corazón que las busques en su página, no te pongo el link directamente porque no sé si te parecerá mal. Pero se llama JotaPe

Ikael dijo...

¡Qué me va a parecer mal, Zylgrin, pon el link mujer! :D

Por mi parte, cuando digo "de postal" me refiero a que no es especialmente icónica. Es una ciudad bonita, pero le falta eso: No tiene una marca geográfica distintiva (la Sagrada Familia de Barcelona, la Torre Eiffel de París) ni un estilo visual distintivo (la Toledo Medieval, la Granada Nazarí).

Es demasiado ecléctica y demasiado callejera para eso. Y bueno, tampoco es que le falten "activos", lo que le pasa es que los mejores son complicadísimos de vender: ¿cómo fotografías tú que tu casero te invite a tí, extranjero costarricense, a pasar la nochebuena con su familia, eh? ;)

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