viernes, 9 de enero de 2015

Charlie Hebdo: 7 verdades del barquero que necesitamos afrontar

Para quien no lo sepa, estamos en guerra. No es una guerra convencional, de las que primero se declaran y luego se libran entre países y que finalizan con tanques entrando en las capitales tras miles de muertos, no. Aunque no se engañen: muertos, haberlos haylos. Ayer mismo y sin ir más lejos, fallecieron doce de nuestros mejores soldados. Este es un artículo dedicados a esos doce hombres de honor (y befa) caídos en acto de servicio por Francia, y por occidente, a pesar de no empuñar más arma que un lápiz y un letal cargamento de pollas bosquejadas en paint.

El amor siempre ha sido el troll supremo


1 - La libertad de expresión está en peligro. Entre otras cosas, porque no sólo la atacan fanáticos musulmanes, si no todo el mundo, católicos conservadores y progresistas occidentales incluidos

Estoy harto de oír cómo ahora resulta que "todos somos Charlie Hebdo" cuando hasta hace dos días todo el mundo quería cerrar esa revista. Y cuando digo "todo el mundo", digo todo. El. Condenado. Mundo. Obama, autoproclamado campeón progresista de la libertad, quería que se callaran la boca. La Iglesia francesa, que ahora llora compungida, también quería que se callaran la boca. Nuestro gobierno dice ser defensor de la libertad de prensa el mismo día que pasa la Ley Mordaza. Oh sí, todos defendemos la libertad de expresión... hasta el momento en el que se meten con algo que nos gusta. Entonces la libertad de expresión se puede ir a freír espárragos: Que los encierren, multen, lapiden o algo. Lo siento señores, pero esto no funciona así. La libertad de expresión no es negociable. Lo cual significa que no es algo que uno pueda ajustar a su gusto y conveniencia personal. El derecho a "no oír nunca nada que me desagrade ni ofenda" no existe, ni debería existir. El que uno prefiera usar el decreto ley como herramienta de censura y otro prefiera emplear un kalashnikov no supone una gran diferencia en las ideas de fondo (antiliberalismo), tan sólo en el método para defenderlas. Ya basta de dobles raseros. Defender la libertad para la sátira, la crítica, la burla, la mofa y la befa empieza por admitir que cualquiera puede satirizar, criticar, burlarse e insultar aquello que uno mismo más ama, sin repercusiones de ningún tipo más allá de la legítima antipatía personal. Nada es sagrado. Ya sea La Razón publicando las portadas "insultantes para el islam", o la revista Mongolia metiéndose con La Virgen del Carmen. O se toleran ambos actos (aunque no te gusten ninguno de ellos), o ya se puede usted ir bajando del carro de "todos somos Charlie Hebdo". La libertad de expresión está para proteger el discurso molesto. Las palabras agradables o que no molestan a nadie no necesitan de protección alguna. Ni de sus hasthtag y postureo solidario.

2 - Necesitamos aclarar conceptos: Sátira e insulto no son la misma cosa

La sátira incita a la burla, la difamación al odio. La gente con un ego monumental considera que toda burla es odiosa, de ahí la confusión entre ambos conceptos. Normal que  todo fanático esté en un estado de constante de indignación y sentimiento de agravio.  Normal que la generación más narcisista de la historia (es decir, la mía) sea precisamente la que está teniendo más problemas con eso de la la libertad de expresión y demande constantemente autocensura ajena. Que todo el mundo "nos ofenda" no habla de la maldad del mundo que nos rodea, si no de la debilidad de nuestra propia persona. Al exigir que "alguien haga algo al respecto" sobre algo tan nimio y pueril como un insulto, máxime cuando pedimos nada menos que la intervención de papá estado, renunciamos a algo mucho más importante que nuestro honor: Renunciamos a nuestro civismo y a nuestra capacidad de resolver la antipatía personal como hombres y mujeres adultos. Es decir, como personas capaces de dirimir sus diferencias a través del diálogo, el respeto y por qué no decirlo, del más elegante de los recursos sociales: la indiferencia. Todas ellas son alternativas mil veces más sanas para la sociedad que la fuerza bruta de la denuncia y tentetieso.

3 - La pretensión de la corrección política de no ofender a nadie para evitar echar leña al fuego, es una extensión del razonamiento "si le ha pasado algo, es que algo habrá hecho"

Las llamadas a "la prudencia" a la hora de publicar sus caricaturas, o directamente su censura, son, con diferencia, la peor de las reacciones posibles a esta masacre. Porque vienen a ser, ni más ni menos, una manera de culpar a las víctimas: Eso les pasa por publicar estas cosas. ¡Cuánta "imprudencia"! ¡Qué poca "sensibilidad" han tenido! Pues no, no es así. Para empezar, si se dejan de publicar las caricaturas en este momento, se está demostrando que la violencia funciona a la hora de ejercer la censura, por mucho que uno esté en desacuerdo con dichas caricaturas. Que una cosa es la convicción sincera del que cree en el discurso respetuoso y no las publicaría bajo ninguna circunstancia, y otra muy distinta, el envainársela cuando vienen mal dadas. Si eso no es el triunfo más indiscutible del terrorismo, es decir, cambiar tu conducta debido al terror y la amenaza, que baje Dios y lo vea. Y no, la autocensura no es "prudencia"; si no que es el método más efectivo para acallar a alguien. El títular del artículo de Slate es el colmo: resulta que las caricaturas "incitaron" el ataque. Bonito eufemismo para decir "ya sabías a lo que exponías, guapa". Me niego a vivir en una sociedad en la que no puedo decir lo que quiera sin temer por mi vida, o en la que una mujer no puede llevar lo que quiera sin temer por la suya, por poner dos ejemplos del lamentable impulso de culpar a una víctima de su propia desgracia.

La culpa es de los dibujantes que las pintan como putas y luego pasa lo que pasa ¿No es así, Chamberlains de pacotilla?

4- Sí que hay un problema con la inmigración musulmana, pero no es el yihadismo

Miren, yo entiendo que los musulmanes europeos estén hasta los mojolondrongos de que la gente asuma que son todos terroristas o simpatizantes de Al Qaeda. He tratado con muchos musulmanes "de a pie" y doy fé de que son, ni más ni menos, gente normal, corriente y moliente, con todos los defectos y virtudes que pueda tener el vecino de tu escalera. La yihad les viene a importar una mierda pinchada en un palo al lado de que sus hijos estén sanos o que puedan mandar remesas a sus abuelas. La inmensa mayoría de los musulmanes rechazan la violencia y el terrorismo, básicamente porque no son psicópatas sedientos de sangre, por mucho que le pese a Le Pen. Pero es que ese no es el problema. Nunca lo ha sido. El problema que la derecha no identifica, y que la izquierda europea se niega a identificar, no es que la población musulmana esté dispuesta a matar para que la gente deje de hacer caricaturas de Mahoma. El problema es que quieren que la gente deje de hacer caricaturas de Mahoma. Por mucho que los métodos preferidos por la mayoría sean pacíficos, por mucho que ellos nunca matarían a nadie, sus objetivos políticos son esencialmente los mismos y su triunfo implicaría necesariamente, acabar con la aconfesionalidad del estado y tirar por el retrete conquistas sociales que nos han costado siglos de esfuerzo a los occidentales. La población musulmana rechaza la violencia como lo hace cualquier ser humano decente, pero una mayoría brutal ve con buenos ojos la criminalización de la blasfemia, el castigo por la apostasía o discriminar legalmente a la mujer. No son "cuatro gatos", son una mayoría amplia de musulmanes, dentro y fuera de Europa. Pretender hacer creer que semejantes propuestas políticas no suponen ningún problema en una sociedad moderna como la nuestra, que son una "pecatta minuta" a pagar a cambio de la tan cacareada "multiculturalidad", es de una deshonestidad intelectual brutal. Y peligrosa. No  es un problema religioso, es un problema político. Pero es un problema político de un calado ENORME que no nos podemos permitir ignorar ni por un segundo más.

5 - La primera de las estrategias yihadistas es "incrementar las contradicciones": Están encantados del auge de la ultraderecha europea

¿Qué significa eso de "incrementar las contradicciones"? Ese fue un eufemismo acuñado por los  estalinistas austríacos (como ven, esto promete). La cuestión es que los estudiantes socialistas, que eran quienes debían de ser la vanguardia del comunismo en el país, no estaban muy por la labor de llevar a cabo la revolución del proletariado de manera violenta y derrocar al gobierno, por lo que necesitaban ser, hum, "motivados" para ello. Adelante con la estrategia de "incrementar las contradicciones". La idea es que cuando quieres que la gente deje de ser indiferente hacia tu causa, haces por causar represión sobre "tu gente" para que la mentalidad "nosotros VS ellos" les haga radicalizarse y apoyarte. Ya saben: ¿Cómo no vas a ser comunista cuando la policía te mata por ser comunista? ¿Cómo no vas a hacerte radical islámico cuando la gente te tacha como tal y te persigue por ello aunque no lo seas en un principio? El ciclo de violencia => represión => más gente dispuesta a abrazar la violencia; es una estrategia vieja propia de todo grupo subversivo, y los yihadistas se la saben al dedillo. Están deseando que la paguemos con el musulmán de a pie al que ellos ven como "poco comprometido con la causa", y la manera de hacer que se unan a la lucha es, ya saben: "incrementar las contradicciones" mediante acciones como este asesinato, diseñado para sacar a pasear nuestros peores instintos xenófobos, y quién sabe si también será complementado con operaciones de "falsa bandera" (atacarte a tí mismo para apelar al victimismo) imitando a sus amiguitos estalinistas también en eso. No caigamos en su juego de matar moscas a cañonazos, señores. Se les ve el plumero a la legua.

No, no apuntaban mal

6 - La segunda de las estrategias yihadistas es la "egiptización": Nuestra autocensura y voluntad de contemporizar  les hace fuertes

Dicen algunas voces americanas que los europeos estamos logrando la cuadratura del círculo: Somos demasiado radicales contra el islam (grupos de ultraderecha) y al mismo tiempo, demasiado melindrosos con él (negacionismo de izquierdas). Por una vez y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con este análisis. La otra estrategia del yihadismo, la "egiptización", trata exactamente de eso: Cambiar la sociedad según sus designios, aprovechándose de la voluntad de "no echar más leña al fuego" de sus adversarios más acobardados. Total ¿Para que seguir matando porque se caricaturice a Mahoma, si ya han dejado de hacerlo "de motu propio", que es justo lo que querían? Misión cumplida: Mata a uno, asusta a mil. Es una estrategia insidiosa y tremendamente efectiva, porque va haciendo que el islamismo político ocupe el centro político de un país, transformándolo a largo plazo desde dentro, aprovechándose de la esperanza (vana) de apaciguar a los radicales a base de hacerles concesiones. Pero señores, el islamismo como movimiento político totalitario que es, nunca se queda satisfecho con una concesión o acto de buena voluntad, porque el objetivo último es el control -total- de la sociedad. Apelar a "si nos coartamos , no les haremos enfadar" es inútil porque verán: son como Hulk. Su truco consiste en estar siempre enfadados, siempre agraviados. Esa es la triste manera de ser del fanático, y lo que les da su fuerza: siempre quieren más porque nada extingue su cabreo con el mundo. Y así, poco a poco, a base de ir cediendo, la sociedad moderna se acaba transformando en el modelo de sociedad retrógrada, cerrada, meapilas y putrefacta que ellos desean. Prefiero la muerte, repito, la muerte antes que ver como mi país pasa por el mismo proceso por el que pasó Egipto o el Líbano. Para los de "oh ya han llegado los alarmistas", insisto: Leed un condenado libro de historia. Esto no es política ficción como la de Houllebeq, esto ya ha pasado en otros países. Esta mierda está pasando ahora mismo. Mirad lo que el Islamismo político ha hecho a los países que han intentado contemporizar con él en vez de combatirlo a muerte. Egipto, Líbano, Irán, Turquía... todas son hoy sociedades hoy mucho más retrógradas, conservadoras, represivas y atrasadas de lo que lo eran en los años 50. Al islamismo polítco le ha bastado con un par de atentados muy bien escogidos en esos países para infundir miedo a toda la población (¿les suena?)  y hacer que esta capitule con la promesa (absolutamente falsa y vana) de que "moderar" su laicismo o modernidad iba a apaciguar a los radicales (hola, señor Zapatero, ojalá pague mil veces por estas declaraciones). No caigamos en esa trampa tampoco. No demos por hecho que una sociedad sólo puede evolucionar hacia más liberalismo. No cedamos a NINGUNA de las exigencias de esta gente. Ni censurar caricaturas, ni menús halal, ni escuelas públicas separadas por sexos, ni un milímetro de terreno a su proyecto de islamización de la sociedad. Ni uno.

La derrota no es opción
7 - Estamos en guerra aunque no queramos enterarnos. Pero no con "el Islam"

El tan temido y cacareado choque de civilizaciones no es tal. O al menos, no lo es lo que parece. Porque esta guerra se ha librado ya, desde dentro del propio Islam. No fueron las cruzadas. No fue la colonización africana. No fue la creación del estado de Israel. No fue la invasión de Irak ni el 11-S. El problema es que lo planteamos como un "nosotros contra ellos", cuando siempre ha sido un "ellos contra ellos mismos". La lucha más cruel y encarnizada se libra en el seno del propio Islam, y lo que está pasando, nos "salpica" a los de fuera. La mayoría de las víctimas de Al Qaeda o el ISIS son, efectivamente, otros musulmanes. Como el heroico policía que falleció al acudir en ayuda de los humoristas, sin ir más lejos. Porque estamos asistiendo a la lucha del islam moderado (o verdadero) VS la de un engendro político-religioso, el "islamismo", y aunque se haga llamar a sí mismo wahhabismo o salafismo, no merece otro calificativo salvo el de "nazislam". Dicho movimiento lleva matando, violando, saqueando y torturando a los musulmanes de bien desde que los garrrulos y asilvestrados almorávides arrasaron a la muy culta y demasiado tolerante para ellos Al-Andalus, y desde entonces llevan dando de tortas a sus "queridos" hermanos musulmanes sin descanso. Por mucho que maldigan y renieguen del infiel en sus grandilocuentes discursos, sus acciones (y recuento de víctimas) hablan más alto que su retórica: Su principal enemigo es el otro Islam. La situación ha empeorado brutalmente desde que se crea el estado de Arabia Saudi y las formas más duras de integrismo islamista reciben un aluvión de petrodólares de sus benefactores saudíes. No, no existe un único Islam. No es un monolito, con Corán o sin él. Hay mil corrientes y maneras de entenderlo, como sucede con todas las religiones del mundo. No estamos en guerra con "el islam", así en abstracto y general. Ni si quiera con la mayoría de los musulmanes, a quienes sus amados "hermanos" salafistas y wahhabitas desprecian con la bilis cainita que sólo puede escupir un fanático religioso hacia el hereje, hacia el "traidor a la causa". Pero no les quepa duda, de que esas corrientes integristas han declarado la guerra al resto del islam, y a occidente también, por servirles de cobijo, o mejor dicho, de obstáculo. Por eso pagan por controlar nuestras mezquitas, por eso financian y arman atentados como el de hace unos días, por eso están más obsesionados por controlar el discurso público occidental que por la ocupación de cualquier país árabe (¿cuántos disturbios hubo por guerra Irak VS los que hubo por unas ridículas caricaturas?), por eso quieren alzarse como única voz autorizada de representar al "verdadero Islam" cuando no son más que cuatro ricachones saudíes meapilas y fanáticos con nada en común con la señora de la limpieza musulmana que barre tu portal. Y desgraciadamente, no son necesariamente débiles, si no que su influencia ha ido creciendo a medida que han eliminado a sus rivales más moderados: Es como si el cristianismo estuviera controlado casi en su totalidad por el ultracatólico Yunque o como si los Sicarii judíos hubieran triunfado en su delirio. Nosotros podemos ignorarlos, sí, pero recuerden: Dos no pelean si uno no quiere, porque cuando uno no quiere luchar, efecto, no hay pelea; Lo que hay es una paliza brutal a un tipo que se retuerce de dolor en el suelo.

Por lo que, aún a riesgo de levantar ampollas diré que no, no soy Charlie. Ni quiero serlo. Porque no somos Charlie. Nosotros no dibujamos. Nosotros salamos Cartago. Y quizás ha llegado la hora de salar el trono de la casa real de Saud. Por nuestra libertad. Por nuestros hijos.

Pero sobre todo, por nuestro vecino Ahmed.

3 comentarios:

Ortiga dijo...

Hoy una cosa en la que no estoy de acuerdo contigo, y es que no me parece en absoluto sorprendente (ni contradictorio) que gente que buscaba el cierre del periódico se haya sumado a la etiqueta del #jesuischarlie. Quiero decir, una cosa es creer que se estaban "pasando" y otra muy diferente quererles muertos/alegrarse de que se los hayan cargado. Entiendo tu postura, y hasta cierto punto yo también opino que hay una doblemoral soterrada (no dejan de ser dos maneras de atentar contra la libertad de expresión), pero... en fin, este tipo de violencia pone una marca muy alta (y eso dejando de lado que, personalmente [porque soy así de ingenua], pienso que la vía no violenta, por ser más larga [y menos definitiva], da más pie a una reconsideración de la propia postura y un crecimiento a nivel personal que podría llevar a la superación de la ofensa de una manera más madura).

En fin. El mundo está hecho una mierda, a ver si podemos irlo adecentando, aunque sea un poco...

Ladherna dijo...

Hacía meses que no aplaudía tanto algo. Esto que escribes es la realidad, lo que está pasando y no queremos ver. Se lo intentaba explicar a un amigo meses antes del atentado en París y decía que no, me miraba como si fuese una conspiranoica.
Desgraciadamente, aunque siempre he prefiero la vía pacífica, hay gente con quien no hay tal cosa. En Europa tenemos unos valores que no son compatibles con los musulmanes, por lo que mi forma de verlo se reduce a lo siguiente: o te "europeizas" y adaptas tus creencias a como vivimos aquí, o te vas a un país donde se viva de acuerdo a lo que tú piensas.
A mí no se me ocurre mudarme a Pakistán, cuando lo que me gusta es pasear en falda de la mano de mi novio y beber cerveza; mucho menos mudarme a Pakistán y exigir que toda la sociedad cambie para adaptarse a lo que yo quiero.
Así que, sin vergüenza, a defender lo que es nuestro.


PD: se te ha colado un error: "de motu propio" es incorrecto, es "motu proprio".

Ikael dijo...

No es eso lo que quería decir, Ortiga: Por supuesto que uno puede mostrar repulsa por este asesinato y solidarizarse con las víctimas sin necesidad de compartir las ideas, únicamente por puro humanitarismo, faltaría más.

Mi argumento iba más por todos los que ahora enarbolan la bandera de la libertad de expresión pero que hasta hace dos días les parecía maravilloso que alguien les callara la boca (por medios menos violentos, claro). Que de Santa Bárbara sólo nos acordamos de cuando truena, vaya.

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