lunes, 16 de enero de 2017

¿Por qué si todo va mejor, a todo el mundo le parece justo lo contrario? O de cómo el precariado mató a los expertos

Como ya sabrán ustedes, de un tiempo a esta parte hemos entrado "oficialmente", en la llamada "era de la post verdad". Como casi todo en esta vida, la cosa viene de mucho antes, y como buena definición oficial, resulta inexacta, y un tanto engañosa, si me apuran.

Yo sostengo que no es que haya muerto la verdad, en plan de La Verdad con mayúsculas, si no que lo que ha palmado ha sido la figura del "Experto". El relato oficial dicta que dicho Experto (este sí, con mayúsculas) ha muerto asesinado a manos de las noticias falsas y el anti intelectualismo de andar por casa, y aunque hay una buena parte de eso, yo creo que el análisis omite, de manera interesada, otra de las causas. De hecho, la principal. No fue Russia Today, fue el precariado y esta recuperación económica.

Pero esto requiere de una explicación más larga y detallada.

¡Un panel de expertos! ¡Justo lo que necesitábamos!




La globalización y la recuperación que no cesan

Pues verán, no sé si saben ustedes que hace cosa de un siglo a esta parte se aceleró un proceso de liberación e interconexión de la economía mundial imparable que conocemos como globalización ¡Y todos nos hicimos más ricos y prósperos gracias a eso! Esperen ¿Cómo que discrepan frente a esta afirmación mía? Bueno, pues entonces les daré otro relato.

Hace una década, hubo una gran crisis económica, sí, pero desde entonces la economía se ha recuperado a una velocidad pasmosa y sin precedentes y todo va mej... ¿cómo, que a ustedes les va como el culo?

Bueno, pues empecemos otro relato más: Hace cosa de décadas había mucha más violencia que ahora, pero de un tiempo a esta parte, vivimos una de las épocas más pacíficas de la historia de la human... ¿Cómo? ¿Qué "te parece" que hay mucho más caos y violencia que antes? ¿Pero qué demonios?

¿Se puede saber qué narices le pasa a la gente?

El combate no está amañado, pero...
Es decir, todas esas anteriores afirmaciones que he hecho tienen una base real y científica. No, no me miren así, los datos hablan por sí mismos y no me los he inventado. Los beneficios de la globalización han recaído sobre todo, en las clases medias de los países ricos y las clases humildes de los países pobres, no únicamente en "una élite global", como claman algunos. La recuperación de la gran recesión está generando empleos a cascoporro como nunca antes se habían visto, incluso en países como el nuestro, España. Y para rematarlo, vivimos la época más pacífica de la historia de la humanidad, con menos muertes violentas que nunca, con unas tasas bajísimas tanto de guerras como por de delincuencia.

¿Por qué entonces la gente frunce el ceño cuando les digo eso, y se empeñan en desmentir mis datos? ¿Es que no pueden sentirse bien de una puñetera vez y corroborar mi relato tan bien construido?

Este es el momento en el que El Experto, pasa de contradecir a la gente (o al público general) a cabrearse con dicha gente. Si difieren de mi relato y les sigue pareciendo que está todo mal, es porque obviamente está mal informados, o directamente son idiotas y se tragan cualquier chorrada que les dicen los no expertos, que les manipulan a placer (ergo, "la post verdad") o mejor aún, son malas personas. Acusación que lanzaré con muchos eufemismos (no en vano, El Experto nunca pierde la compostura ni el meñique levantado), pero vamos: Que en realidad lo que te pasa es que tienes envidia de lo bien que le va a los ricos (explicación del Experto de Derechas) o tienes envidia porque comparativamente les va mejor a los gays y las minorías y no te importan los pobresitos de África (explicación del Experto Progre). Vamos, que eres un ignorante envidioso e insolidario de mierda, pero de buen rollo te lo digo eh.

¿Cómo, que te cabreas conmigo? ¡Pero si has empezado tú, agrediendome al llevarme la contraria! ¡A mi! ¡A mis datos! ¡A mis preciosas teorías! ¿Cómo osas?

Bien, ese es el momento en el ciudadano de a pie obviamente, manda al pedo a El Experto. Porque verán, la gente no sabrá entender sus dolencias, pero sí que saben perfectamente cuando están enfermos y cuándo les duele algo. Y la hipocondría es algo tan minoritario y patológico como la envidia a los ricos o el odio abierto hacia las minorías, restringido a una fracción afortunadamente minúscula y sobre-ideologizada de la población. ¿Qué ven más probable: un brote de hipocondría masiva, o que el doctor simplemente no haya logrado encontrar tu enfermedad, no hablemos ya de su cura? ¿A alguien le extraña que todo se haya llenado de vendedores de remedios milagrosos y curanderos? (o populistas, para entendernos los que gustamos de la política).

Señores, como aficionado a estos temas del análisis político, mucho me temo que os Expertos (o proto-tertulianos con blogs pretenciosos, ejem) hemos pecado de academicistas, y que al final, empeñados en ignorar las quejas del ciudadano de a pie cuando estas contradicen nuestras teorías, hemos olvidado que una queja sigue siendo, en última instancia, un dato más a analizar, máxime cuando dicha queja es extendida, continuada y generalizada, en vez de aislada. No deberíamos haber desdeñado ese malestar, en vez de lamentarnos tanto por la muerte de "la verdad", que con tanto empeño hemos ignorado.

En vez de eso, satisfechos en nuestra visión ultra-especializada del ser humano como "homo económicus", al final hemos adoptado el rol del proverbial vendemotos que te cuenta que  llueve cuando en realidad te mean encima. "Será que se quejan de vicio", dictaminaron (¿dictaminamos?) los expertos. Normal que esta sea la época de la post verdad. O del "métete tu discurso de Experto dónde te quepa".

Así que creo que ha llegado la hora de hacer un análisis un tanto distinto. Creo que hay:



3 factores del actual malestar que se escapan a los expertos


Bueno, que se les escapan a ALGUNOS expertos

1- Los humanos nos comparamos ante todo y sobre todo con nuestro entorno inmediato y cercano. Es decir, primero con nuestras propias familias, pero más prosaicamente, con nosotros mismos. Ni envidia hacia los ricos ni desinterés por el tercer mundo, simple naturaleza humana: nuestros puntos de referencia son los más cercanos. Y resulta además, que "estar mejor" no es lo mismo que "estar bien". Es decir, las cosas están sin duda, mejor que en el punto álgido de la crisis, sí. Pero la gente que vivió la etapa anterior, sigue recordando como vivían >antes< de la crisis. Y ese es su punto de referencia. Ese es su estándar de "ir bien". Por mucho que digas "bueno, ahora tienes un curro temporal y compartes piso, eso es mejor que cuando estabas en el paro y tuviste que irte a vivir a casa de tus padres", esa misma persona no piensa en el punto más bajo de su vida a la hora de hacer el análisis de su situación personal, si no que se dice "yo antes de que me despidieran tenía trabajo fijo y piso propio. Comparado con eso, mi situación actual es la de una vida de chichinabo". La comparativa se hace más sangrante todavía cuando realizas la comparación con las personas más cercanas, es decir, con la familia, más concretamente, con la generación anterior. En ese momento, los Expertos sacan raudos sus baterías de datos: han aumentado los ingresos brutos y qué narices ¡Incluso el poder adquisitivo! Hoy en día con cuatro perras puedes comprar cosas con las que tus padres no podían ni soñar: teléfonos móviles, electrodomésticos, vacaciones por Europa... eso es vivir mejor a todas luces ¿no? Pues no. Porque...

2- La comparativa la haces respecto a la calidad y el estilo de vida, no con el poder adquisitivo ni los ingresos brutos per se. O lo que es lo mismo: el ser humano es una criatura compleja con más necesidades y deseos que van más allá de lo estrictamente económico y material. El concepto "estilo de vida" o mejor aún, "calidad de vida" tiene otra serie de factores en juego que el análisis puramente económico y materialista ignora. Todo el mundo tiene coche ahora pero ¿Cuánto tiempo necesitaban tus padres para llegar al trabajo desde su casa VS el que necesitas tú? Más gente va a la universidad ahora, pero ¿Cuántos años de formación necesitabas antes para entrar en el mercado laboral de clase media VS ahora? Los salarios crecen, y el precio de una gran parte de los bienes de consumo disminuye, verbigracia de los avances tecnológicos pero ¿Cuánto porcentaje de su salario se gastaba la generación anterior en alojamiento y gastos fijos VS la de ahora? ¿Alguna pareja actual se podría permitir que uno de sus miembros dejase de trabajar para simplemente dedicarse a criar a sus hijos? Más aún ¿alguien se puede permitir formar una familia con veinte años si quisiera? ¿O treinta? El mercado laboral e Internet ofrecen posibilidades para emprender con las que antes nadie soñaba pero ¿Alguien puede hoy entrar de botones en un banco y acabar jubilándose en este como director de sucursal tras 40 años de servicio? (caso real de mi propio abuelo). Creo que ya empiezan a  averiguar por dónde van los tiros. Y es que resulta que...

3- La incertidumbre impide disfrutar de los avances. O cómo la certeza (o falta de ella) de que algo pasará; acaba por pesar más que la gravedad de lo que va a pasar. Existe una verdad bastante demostrada sobre el estudio de los crímenes y el efecto disuasorio: resulta que lo que modifica la conducta del ser humano con más eficacia (y por lo tanto, su mente y sus sentimientos) no es tanto la posibilidad y promesa de un gran castigo o gran recompensa, si no la certeza de que vas a ser recompensado o castigado, sí o sí, aunque el castigo o la recompensa sean menores. Es por ello por lo que ahora hay menos delincuencia que en la Edad Media: aunque antes a los ladrones se les cortaba una mano, a día de hoy tan sólo se les multa o encarcela, pero con muchísima más frecuencia que antes. Teniendo en cuenta eso, es fácil entender cómo a pesar de que estadísticamente hay mejores salarios o un mundo más pacífico, eso no se está traduciendo en una mayor tranquilidad ni bienestar para el ciudadano, si no justo en lo contrario. Vivimos en la era de la alerta y la precariedad constante. En la guerra fría existía una posibilidad bien real pero remota, de que estallara una guerra mundial, y existían conflictos bien sangrientos en lugares como Corea o Nicaragua pero eso no afectaba en nada al día a día de los ciudadanos de otras regiones. Hoy no hay amenaza alguna de apocalipsis nuclear, pero existe una posibilidad mucho mayor de ataques terroristas en cualquier sitio. Con bajas infinitamente más pequeñas que las de cualquier conflicto abierto , pero con una influencia desmedida en el día a día a base de alertas, protocolos de seguridad e incertidumbres varias, y sobre todo, con la posibilidad de que dichos ataques se produzcan en prácticamente cualquier lugar y momento en vez de quedar contenidos y "quietos" en un mismo lugar. Ahora no existe un frente de guerra inseguro y una retaguardia segura, todo es un contínuo tibio y desdibujado. No es el daño en bruto, si no la incertidumbre, lo que pesa. Lo mismo va para los salarios, la cohesión social, la inmigración o las relaciones personales. En pro de una maximización económica (y casi me atrevería a decir, en nombre de una concepción darwinista social del mundo), se han ignorando >>deliberadamente y por completo<< los efectos y externalidades de la incertidumbre que conlleva aparejada fenómenos como la globalización, la inmigración o el fin del proteccionismo económico, y que afectan no tanto a la economía per se, si no sobre todo a nuestra propia salud mental y cohesión social.

Si una persona ganara 3000 € el 50% de los meses, el Experto aseguraría que tendría un salario medio de 1500 € así que ¿de qué se queja?

Pues se queja, de que la inmensa mayoría de la gente preferiría ganar 1000 € fijos y poder dormir bien todas las noches, todos los meses. De que la mayoría preferiría tener una fábrica en la que trabajar y cobrar bien, antes que iPods más baratos. De que una buena parte de la gente preferiría tener una sociedad cohesionada y "aburrida" en la que todo el mundo tuviera unos valores semejantes y fiables antes que una sociedad "multicultural" en la que el único valor imperante fuera justo esa falta de valores imperantes. De que ninguno de nosotros votó a favor de que los tiempos se volvieran líquidos, que diría el difunto Baugam. Se queja el precario de que todas las medidas políticas y económicas que se han tomado de treinta años a esta parte han intentado deliberadamente acelerar y hacer irreversible ese proceso de "licuado", que inevitable o no, nos lo han metido por la fuerza por la boca y a toda prisa, no vaya a ser que alguien apunte sus desventajas o nos fastidie el relato.

Y claro, el paciente se atraganta y siente arcadas. Y el experto le dice que se calle, mientras se arremanga y saca un embudo con la palabra "inevitable" escrita en este. Y el precariado mata al experto (o le arrea en la cabeza hasta que sangra), porque está hasta los mismísimos huevos de tragar con ello, y porque ambos saben, desesperados, que ya se ha pasado el punto de no retorno, y que ya no queda que hacer nada, salvo patalear.

O quizás sí.

Quizás podríamos adaptarnos. Quizás podríamos orientar nuestra red social, nuestras instituciones, nuestras políticas y nuestra educación, hacia esos nuevos tiempos líquidos, para que en vez de ahogarnos con el agua salada que no para de entrar por nuestras bocas, podamos surfear sobre sus olas. Pero sin reconocer los problemas, difícilmente podremos darles solución. Y sin haber aprendido a nadar antes en una piscina, difícilmente nadie podrá mantenerse a flote si nuestro primer contacto con el agua es arrojarnos a un Tsunami.

Así que no, no todo va tan bien. No, los expertos no hemos tenido en cuenta toda la información y no, no teníamos razón en muchas más cosas de las que nos hubiera gustado admitir. Y ahora, saquemos las tablas de surf y los manguitos. Que puede que nos parezcan muy ridículos, pero estamos necesitados de una cura de humildad. Y de clases de natación.

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